Negaba y negaba
al tiempo que afirmaba
cuanto más negaba
más se reafirmaba
su pasado, su familia
sus amistades, sus enemigos
sus heroicidades y fechorías
así hablaba el desquiciado
la memoria en remolino andaba
a esto, a lo otro y a lo de más allá
tocaba
a Dios negaba
el hombre nuevo creía
renacería
con la verdad y contra la mentira
la puerta abría y cerraba
unas veces a su través entraba
otras veces de ella salía
así hablaba el desquiciado
hablaba, hablaba y hablaba
para los que estaban fuera
para los que estaban dentro
del quicio no se apartaba
estaba dentro o fuera el ermitaño
no importaba
nadie lo notaba
del mal advertía
el bien representaba
el hombre nuevo amanecía
y todos le escuchaban
las bisagras chirriaban
pero el desquiciado no lo percibía
solo a su voz penetrante
atendía
el relato de su infancia
juventud y madurez
en admirable plano
como un mesías hablaba
como un profeta sentenciaba
a Sibila representaba
el teatro aplaudía
y el ermitaño en su
laberinto
lloraba de alegría
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