domingo, 24 de noviembre de 2024

El ermitaño en su laberinto

 

Negaba y negaba

al tiempo que afirmaba

cuanto más negaba

más se reafirmaba

su pasado, su familia

sus amistades, sus enemigos

sus heroicidades y fechorías

así hablaba el desquiciado

la memoria en remolino andaba

a esto, a lo otro y a lo de más allá

tocaba

a Dios negaba

el hombre nuevo creía

renacería

con la verdad y contra la mentira

la puerta abría y cerraba

unas veces a su través entraba

otras veces de ella salía

así hablaba el desquiciado

hablaba, hablaba y hablaba

para los que estaban fuera

para los que estaban dentro

del quicio no se apartaba

estaba dentro o fuera el ermitaño

no importaba

nadie lo notaba

del mal advertía

el bien representaba

el hombre nuevo amanecía

y todos le escuchaban

las bisagras chirriaban

pero el desquiciado no lo percibía

solo a su voz penetrante

atendía

el relato de su infancia

juventud y madurez

en admirable plano

como un mesías hablaba

como un profeta sentenciaba

a Sibila representaba

el teatro aplaudía

y el ermitaño en su laberinto

lloraba de alegría

 

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